Proyecto Suma
Salud Mental: “las personas tendemos a manejarnos con preconceptos y simplificaciones de la realidad”
Proyecto Suma trabaja en Asistencia y Rehabilitación de personas con padecimiento mental. Abordan al sujeto, su familia y su contexto. En nuestro país rige una ley en consonancia con los estándares internacionales latinoamericanos, que aunque se plantea como una mejora recibe sus críticas.
En 2010 en Argentina se promulgó Ley Nacional de Salud Mental 26.657 y posteriormente su Decreto Reglamentario en 2013. La normativa apunta a concebir a las personas con padecimientos mentales como sujeto de derechos y no como objeto de asistencia, mirada similar a la postulada sobre la discapacidad en general.
Las personas usuarias de servicios de salud mental por lo general son estigmatizadas o “etiquetadas” y al mismo tiempo restringidas de sus derechos fundamentales.
Por más que el diagnóstico psicopatológico que pueda tener una persona sea más o menos durable eso no debe implicar suponer que la situación de una persona sea siempre la misma o que los apoyos necesarios permanezcan inalterados a lo largo del tiempo.
Los acuerdos de especialistas y expertos en la materia concluyen desde hace más de 20 años, que la internación es un recurso excepcional, existiendo antes o después, otras instancias de acuerdo cada caso particular y personal: atención descentralizada, ambulatoria o dispositivos comunitarios.
Al tiempo de conocida la reglamentación, la Asociación de Médicos Municipales de CABA, emitió un documento donde aseguraban que algunas de las metas de la ley, desconocían “la realidad de la psicopatología”.
Este punto de quiebre se daba en uno de los articulados de la legislación. “Queda prohibida la creación de nuevos manicomios, neuropsiquiátricos o instituciones de internación monovalentes, públicos o privados. En el caso de los ya existentes se deben adaptar a los objetivos y principios expuestos, hasta su sustitución definitiva por los dispositivos alternativos.”
Aquel grupo de médicos coincidía en que “el objetivo de cerrar y sustituir hospitales que persigue la ley se va a lograr hacia el 2020, es un imposible”. Además de considerar que pretender que los tratamientos de personas con este tipo de padecimientos pueden realizarse en hospitales generales no tiene en cuenta la ausencia de “los recursos necesarios y las estructuras apropiadas”.
“El hospital especializado en salud mental no puede ser suprimido como concepto, más allá de que es necesario mejorarlo”, concluyó el por entonces, presidente de la filial de la AMM, Dr. Alejandro Jorge.
Proyecto Suma está constituido por un grupo interdisciplinario de profesionales que apuesta construir alternativas para el alivio y la reinserción social de las personas con padecimiento mental, además de promover un polo de docencia e investigación.
Martín Agrest, coordinador del área de Investigación de esa ONG, comenzó diciendo que “el trabajo contra el estigma y la discriminación no es algo que se hace de una vez y para siempre. Salvando las distancias, es como barrer bolitas en un plano inclinado: al momento de dejar de hacer el esfuerzo todo tiende a retroceder al punto inicial”.
Aunque esto ocurre en la mayoría de los contextos, la organización no para de crecer y de continuar con la tarea. Cuando de visiones arraigadas se trata, el esfuerzo será doble.
“Las personas tendemos a manejarnos con preconceptos y simplificaciones de la realidad, lo que nos lleva con frecuencia a temer lo que no comprendemos tan fácilmente o lo que creemos que nos es ajeno. En ese punto, destacamos algo que lo que se insiste mucho en las campañas antiestigma a nivel mundial: es un desafío que nos involucra a todos; la salud mental en términos absolutos no existe, y cierto grado de padecimiento nos es común a todas las personas”.
“El grado de alcance es tal que casi no hay familia que no cuente en su seno con algún integrante que pudiera tener un trastorno mental diagnosticable. Sin embargo, quienes lo padecen son considerados ‘ajenos’, algo así como ‘extranjeros’ del mismo país”, aseguró.
Dos actitudes
Agrest expresó que pese a lo planteado en el punto anterior, “la sociedad argentina no es particularmente discriminadora en el campo de la Salud Mental, aunque los estudios -que no son muchos- distan de ser del todo concluyentes”.
“Es más fácil que la sociedad acepte o comprenda que las enfermedades mentales están en casi todas las familias. Más difícil es que se modifiquen, luego, las actitudes y las prácticas respecto de quienes tienen estos padecimientos”.
La tarea no es sencilla. “Revertir la estigmatización de quienes atraviesan padecimientos mentales es un desafío que involucra a toda la sociedad. Esto incluye a los profesionales y trabajadores de la Salud Mental, quienes, junto al Estado y las instituciones de ese campo, tienen una responsabilidad mayor que el resto de la población para avanzar en ese sentido”.
La autonomía
Negar las capacidades de las personas con padecimiento mental o considerar que son sujetos de tutela pertenece al viejo modelo que se inscribe aún en diferentes normativas argentinas.
“Centrarse en las potencialidades y aspectos positivos no es nada nuevo. Se habló mucho de ‘aspectos sanos de la personalidad’, aunque hoy se hable un poco menos en estos términos y más en términos, por ejemplo, de derechos”.
“Las políticas públicas e instituciones intermedias se enfocan parcialmente en los aspectos positivos. Aunque, el esfuerzo por promover instancias alternativas a las internaciones (especialmente a las crónicas) y el énfasis en la ampliación de derechos son un aporte absolutamente compatible con esa visión. Es posible que los próximos pasos puedan incluir explícitamente la propuesta de guiar los servicios de Salud Mental en base al concepto de recuperación”.
Proyecto Suma
Consultado sobre las estrategias utilizadas por la entidad, el entrevistado las califica como “diversas y con un alto grado de variabilidad según la situación de la persona y su entorno, sus experiencias de inclusión (y exclusión), sus trayectorias, preferencias, capacidades y, como decíamos antes, sus potencialidades”.
Estableciendo acá una distinción y teniendo en cuenta que cada persona es un sujeto único, “una de las primeras cuestiones es diferenciar entre quienes podrían beneficiarse de programas más estructurados (basados en algo así como una “comunidad terapéutica”, con actividades más fijas y un grupo que funciona como sostén) de quienes se beneficiarían más de actividades específicas, más ‘a medida’ y por lo general con un mayor y más temprano énfasis en la articulación con actividades en la comunidad”.
“La inserción laboral nos parece fundamental en tanto el trabajo es un validador social y para buena parte de la sociedad no lograr trabajar, es sinónimo de enfermedad. Muchas personas viven su falta de trabajo como algo que deben ocultar y también como una forma de estar excluidos socialmente”.
“La mayoría de las personas que vemos en Proyecto Suma suelen contar con sus familias, aunque estas muchas veces han sido culpabilizadas y estigmatizadas porque uno de sus miembros ha desarrollado un trastorno mental. Facilitar otro tipo de vinculación y poder acompañar el proceso de recuperación es con frecuencia indispensable para la inclusión social que planteamos”.
“Por último, en Proyecto Suma se desarrolló un área laboral que logró acompañar en la inclusión laboral de nuestros usuarios en diferentes empresas, realizó asociaciones con programas nacionales (Jóvenes por Más y Mejor Trabajo, etcétera) y ofreció pasantías laborales en el interior mismo de la institución”.
“Asimismo, se incorporaron tres personas en calidad de “compañeros-pares”, que ayudan a partir de su saber por experiencia a otras personas que atraviesan situaciones que tienen alguna semejanza con aquello que les tocó vivir y a partir de lo cual lograron avanzar en su recuperación”.
“Estas intervenciones mostraron que para desarrollar estas tareas hacen falta muchos recursos y se necesitan equipos para ayudar en la inclusión a un pequeño número de personas con padecimiento mental. También este es una materia pendiente: encontrar una forma más eficiente de apoyar la inclusión de un mayor número de personas”.
Modelos de trabajo
Respecto del abordaje del tratamiento meramente clínico en conjunto o no con el contexto de quien sufre padecimiento mental, el vocero aseguró que “hay diferentes posturas al respecto, incluso en nuestra institución. Están quienes ponen mayor énfasis en lo individual y otros que trabajan más orientados a las familias y/o el contexto. Pero en general la idea es el trabajo en red y considerando a las personas como parte de entornos familiares, comunitarios y sociales, que pueden requerir apoyos e intervenciones”.
Campaña antiestigma
“Es un intento de incidir a nivel comunitario y social para que la recuperación de quienes viven con padecimientos mentales sea posible. Pensar que todo depende de un cambio individual puede ser una sobrecarga aún mayor para estas personas. Eso no significa que algunas personas no puedan lograr cambios significativos individuales por más que se prescinda del contexto. Por lo general nuestro enfoque combina los tres aspectos: lo individual, lo familiar o contextual en paralelo, y la persona en su contexto”.
“Desde nuestra institución, lanzamos recientemente “Seamos Más Perros”, un audiovisual que, a través de los vínculos que establecen los perros con los seres humanos, pretende movilizar a la población acerca de los efectos negativos de la estigmatización y discriminación de quienes padecen”.
Inserción, distinta en cada caso
“Deberíamos ponernos de acuerdo a qué llamar ‘inserción’”. Puede ser diferente según cada caso. Para alguien, la inserción puede ser empezar a hacer un curso en la comunidad en vez de concurrir diariamente al hospital de día”.
“Para otro, trabajar en una pequeña empresa o en un empleo competitivo, con o sin apoyo o acompañamiento. Por otra parte, para cada persona, independientemente de nuestros preconceptos, la inclusión puede ser algo distinto”.
“Para evaluar eso, entonces, puede ser necesario que los datos sean combinados con otras formas de evaluación, que podríamos llamar ‘cualitativas’”.
Inclusión y externación asistida
“El Hospital Esteves desarrolló uno de estos Programa de Rehabilitación y Externación Asistida (PREA) hace casi dos décadas y logró externar algo así como un centenar de personas”.
“La Colonia Montes de Oca hizo otro tanto y externó también a un número importante de personas que habían estado internadas. En la Ciudad de Buenos Aires funciona el Programa de Externación Asistida para la Inserción Socio Laboral (PREASIS) y se habrían externado entre 200 y 300 personas”.
“En todos esos casos no se trata solamente de la externación sino de un apoyo económico, mediante actividades y/o cuidados especiales, para sostener la vida en la comunidad”.
Distancia social deseada
Emory Bogardus, referente de la Sociología, creó esta escala de evaluación psicológica en 1925. Utilizada para medir la voluntad de las personas para participar en los contactos sociales y la intensidad de determinados prejuicios.
“En cuanto a las prácticas de discriminación, desde Proyecto Suma hicimos una revisión de las investigaciones asociadas en particular a Salud Mental en las Argentina (que salió publicado en 2015 en la revista British Journal of Psychiatry – International)”.
“En los últimos 10 años los trabajos de investigación locales en el tema aumentaron significativamente. En 1964 Colombo publicó un trabajo usando la misma escala de distancia social deseada (que había creado Bogardus) y que luego utilizaron Leiderman, Druetta y Ceresa medio siglo después para evaluar actitudes generales hacia personas con trastorno mental”.
“En el medio, Stefani publicó un par de investigaciones en la década del ‘80. Luego hubo que esperar hasta 2010 que Lolich y otros publicaron nueva información sobre el estigma en la Argentina. A partir de ahí ya se encuentran un puñado de investigaciones que aportaron datos cuantitativos”.
“En estos trabajos se estudió tanto el estigma en la población general como en la población de profesionales y en cuidadores, la percepción del estigma o las experiencias de estigma en grupos específicos (de personas con trastorno bipolar o con esquizofrenia) como la actitud de vecinos con o sin contacto con personas con padecimiento mental”.
“Es decir, que los datos son variados y en los puntos que permiten compararse se nota que tienen algunas contradicciones. Otros países de la región, como Brasil o Chile, tienen estudios que no siempre usan los mismos instrumentos. No es claro si en la Argentina hay más o menos actitudes de discriminación que en otras partes de la región o del mundo”.
Algunas estadísticas
Agrest aportó que “según datos locales recientes, casi la mitad de las personas de la población general creen que las personas con esquizofrenia en su mayoría son violentas. Quienes son familiares y tienen trato con personas con ese padecimiento tienen la misma distancia social deseada que quienes no tienen contacto directo”.
En 1964
De acuerdo a un estudio publicado en ese año:
48% de la gente no querría tener por vecino a alguien que hubiera estado internado
51% lo rechazaría como amigo
76% no querría tenerlo como un nuevo miembro de la familia
90% creía que no debían tener hijos.
En 2014
“Un estudio mostró que los vecinos que estaban cerca de quienes habían estado internados tenían una mejor actitud hacia las personas con trastornos mentales que quienes vivían más alejados”.
Que decían los profesionales de la salud mental en 2011
18% creía que las personas con esquizofrenia no debían votar
13% creía que no debían tener hijos
64% que no debían convertirse en profesionales de la salud mental
10% creía que la recuperación total era posible para estas personas por más que los estudios mundiales muestran que entre 40% y 60% tienen recuperaciones completas y es bajo el porcentaje cuya recuperación es mínima o nula.
La sede de Proyecto Suma está ubicada en Güemes 4130 esquina Malabia, en Ciudad de Buenos Aires. Para conocer más se puede ingresar a www.proyectosuma.org