Agua Segura: “esta tecnología estaba salvando vidas”

Proyecto Agua Segura

“Esta tecnología estaba salvando vidas”

La imagen de “personas tomando con un tubito, agua sucia” fue el disparador. El imitar un sistema europeo, el motor del emprendimiento en nuestro país.

“Agua amarilla y verde” causante de graves enfermedades que afectan el desarrollo de los más chicos. Y el aporte de información correcta como atención primaria de la salud.

Nicolás Wertheimer y Julián Weich son los fundadores de Proyecto Agua Segura en Argentina, empresa con fuerte Responsabilidad Social que ofrece los filtros LifeStraw.

Un sistema de ultrafiltración que permite remover y evitar la circulación de virus, bacterias y parásitos del agua, que “salva vidas alrededor del mundo”. Una solución que transforma la utopía en realidad: mejorar calidades de vida y el acceso al servicio esencial, como Derecho Humano, por excelencia.

La ida

Nicolás es el médico que llega a las comunidades. Allí lo esperan cientos de personas con un concepto distinto de cómo debe verse el agua y muchas expectativas sobre el motivo de su visita.

En el viaje, él y su equipo llevan la solución bajo el brazo. De regreso a Capital, una mochila cargada de emociones fuertes, un gracias por la información y un dibujo en el piso con dos vasitos: uno con agua turbia, otro con transparente.

“Soy médico. Me recibí en 2013. En 2014 dejo la medicina, después del Hospital, después de liderar guardias con cien pacientes en condiciones súper críticas encontré en Google una imagen que mostraba unas personas tomando con un tubito, agua sucia. Empecé a investigar”.

“Esa tecnología estaba salvando vidas en el mundo hace más de diez años y estaba certificada por universidades del más alto renombre”, dice el joven profesional que pasó de la estructura de un centro de salud, al trabajo de campo. En un año.

Los filtros LifeStraw están avalados a nivel internacional. “Los estudios de la Organización Mundial de la Salud afirmaban que cumplían con los más altos estándares de salud en comparación con otras tecnologías que no le llegaban a los talones”.

Es ahí donde la semilla de la conciencia social logró un lugar. “No puede ser que no esté desarrollado en Argentina. Lo entendí perfecto desde la Atención Primaria que es agarrar el factor de riesgo y no permitir que eso enferme. Evitar que los chicos y grandes se contagien enfermedades que transmite el agua”.


El sistema y las redes de trabajo

Se trata de “una malla que tiene agujeritos de 20 nanómetros que no permiten el pasaje de virus, parásitos y bacterias”. Según los reportes de la OMS, “remueve virus, bacterias y parásitos del agua junto con partículas en suspensión de manera inmediata, sin usar electricidad, sólo por la fuerza de gravedad y a muy bajo costo, dejando el agua transparente, sin olor y sin gusto”. Su vida útil alcanza “los tres años, por eso tenemos que mantener un seguimiento estrecho”.

“Nosotros imitamos un sistema europeo de empresa social y me parece que funciona muy bien, con mucho ritmo. Llegamos a 90 comunidades en 8 meses con mi amigo, fundador y embajador de Unicef, Julián Weich”.

“La mejor manera, es trabajando todos juntos. El gobierno tiene empuje, gente, capacidad y fondos para cubrir las necesidades; las ONG’S que conocen bien a la gente, que saben dónde está el problema; las empresas destinan tiempo y fondos personales haciendo responsabilidad Social. Todos juntos pueden llegar a solucionar el problema”.

Es decir, todos estos actores son fundamentales para lograr el financiamiento destinado a la compra de los filtros hacia las comunidades que más los necesitan.

Por el agua

“Las diarreas, las parasitosis, son enfermedades súper frecuentes para los médicos. Lo muestran las estadísticas de nuestro sistema de salud en Argentina y donde el 75 % de las consultas pediátricas en Latinoamérica son por diarreas y esto no es ajeno a todos los hospitales”, dice Nicolás.

“La gente está distante. Las autoridades, como las personas que consumen el agua, no están al tanto de la información, que el agua tiene que tener un tratamiento antes de tomarse”.

El objetivo de aquella acción será “prevenir enfermedades que afectan a la salud de las personas de forma muy directa que pueden causar la muerte en muchas personas y una enfermedad muy grave es la desnutrición”. Esta última, “totalmente ligada al problema del agua”.

Para dar cuenta de la gravedad sobre la imposibilidad del acceso al agua hacen falta conocer las consecuencias a largo plazo. “Virus, bacterias y parásitos, alteran el sistema digestivo en los chicos porque no pueden absorber los nutrientes necesarios para crecer. Si no logran crecer y su sistema nervioso no logra desarrollarse, entonces se ve afectada su capacidad intelectual”.

En algunas provincias, dice Wertheimer, “la gente consume agua que es directamente turbia, almacenada en lugares sucios. A la vista, es amarilla entonces no está el concepto del agua transparente”.

Esta carencia de información certera está relacionada íntimamente con “la falta de educación” por lo que con esto “ya estamos haciendo Atención Primaria”. El primer paso para cambiar algunas realidades inmediatas.

La problemática del agua se da en vastos sectores el país. “Tuve la primera experiencia en el Conurbano donde se veían ocho casos con desnutrición por el agua que sacaban de pozo y que estaba contaminada bacteriológicamente”.

“En el Impenetrable chaqueño, Formosa, San Juan, Misiones, Entre Ríos, la gente toma agua de lluvia que se estanca en los aljibes o traen en camiones de ríos, arroyos y se vuelve muy turbia, muy sucia “porque no tenemos otra agua, es la que tenemos que tomar’. Es la respuesta de los habitantes, de los maestros y de los alumnos de escuelas rurales.


El trabajo de campo

En los establecimientos educativos los chicos interactúan de una manera muy particular. Para ellos, la llegada de los filtros es un juego porque “el agua es atractiva de por sí. Traerla desde el tanque, pasarla por el filtro”.

Todo es una buena ocasión para divertirse. Después “dibujan en los pizarrones, en pisos, con tizas o en papelitos, un vasito con agua limpia y otro con agua sucia”. Esta diferencia es registrada de forma “perfecta, incluso cuando el agua es transparente, tienen el concepto que hay bichitos que no se ven”.

La realidad actual

En julio de 2010, Naciones Unidas reconoció el acceso a agua potable y a saneamiento como un derecho humano.

Actualmente “el agua limpia y saneamiento” es el 6º objetivo de Desarrollo Sostenible mientras que es el 7º en el Desarrollo del Milenio donde se exhorta a “reducir a la mitad la proporción de personas que carece de un acceso sostenible al agua potable y a servicios básicos de saneamiento”.

Según la OMS, “se precisan entre 50 y 100 litros de agua por persona al día para satisfacer las necesidades básicas mientras que datos suministrados por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) el coste del agua no debería superar el 3% de los ingresos de la unidad familiar.

Un dato elocuente en poblaciones más vulnerables: muere 1 niño cada 90 segundos en el mundo por enfermedades relacionadas con el agua y 750 millones de personas carecen de acceso a agua segura.

De regreso a Capital

El viaje termina y el retorno se hace inevitable. Se dejó en el lugar la solución que traerá cambios en la calidad de vida y un giro positivo a un problema sanitario. Esa vuelta deja algo en el aire.

Para Nicolás “es un conjunto de emociones fuertes, abrazos, lágrimas de alegría, de situaciones extremas de pobreza me llevo ganas de seguir buscando otro tipo de herramientas y formas para poder solucionar otras necesidades. Me voy motivado para seguir”.

Para conocer más y colaborar con el Proyecto podes ingresar a www.aguasegura.com.ar