Change.org
“No hay nada más antiguo en la democracia que una petición”
La tradicional “juntada de firmas” para lograr una mejora en el barrio. Las hojas impresas en los comercios de la ciudad, con datos personales completos, fueron atravesadas por la tecnología.
Change.org se transformó en la plataforma de peticiones más grande del mundo, con más de 160 millones de usuarios, entre varones y mujeres, con 3 millones que se suman mes a mes, en 196 países.
En cinco años, en Argentina pasó de tener 60 mil usuarios/as, a contabilizar 4.5 millones en 2018. Es una asociación civil por lo que su modelo de sustentabilidad es el propio de donantes individuales, alcanzando los activos 2300 actuales que permiten que la plataforma siga vigente.
De las cerca de 1000 peticiones que se inician por mes en nuestro país, el 99% corresponde a personas particulares, relegando sólo el 1% a organizaciones sociales. Salud, educación y justicia, los tres grandes campos de abordaje. La importancia de la ciudadanía que no necesita intermediarios para solicitar un cambio o el cumplimiento de una medida y este tipo de participación comunitaria como agente disruptivo.
El método
Son sólo seis pasos. Se inicia una petición de manera gratuita; quienes las comienzan, las comparten para generar mayor impacto; el pedido alcanza nuevas audiencias a través de las coberturas de prensa para que tomadores de decisión tengan la posibilidad de responder al particular. Finalmente, cuando quien crea la solicitud considera que ha logrado su objetivo, se declara la victoria.
Adriana inició una petición dirigida al Incucai para que Pietro tenga el corazón que necesita mientras que Alejandro solicitó que Eugenio Zaffaroni sea removido del cargo que ostenta en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Que Rubén toque su bandoneón en la Estación de Trenes de Temperley y que la Sala de Casación confirme las condenas por la Tragedia de Once, son algunos de los ejemplos más variados de los 4 millones y medio de personas que le dan vida a la plataforma en Argentina.
Hasta el 2013, quienes vivían en nuestro país utilizaban por una cuestión de idioma, Change.org de España. “En enero de ese año lanzamos la plataforma con contenidos de peticiones de Argentina. Había 60 mil usuarios. Eran en su gran mayoría, del mundo animalista, gente con peticiones o temas vinculados al derecho animal. A partir de marzo empezaron a generarse” otro tipo de temáticas, dijo el Director de Change.org Argentina, Gastón Wright, en entrevista con Mundos.
“Fue creciendo a un nivel que ya tenemos 4 millones y medio de usuarios. Es un crecimiento exponencial. Son únicos y son activos, dado que al menos, en tres meses, han hecho alguna acción en la plataforma. Quiere decir que la base de datos de usuarios es muy activa y saludable”.
Sobre el “seguimiento” que se hace por distintos medios con el firmante de una petición, Wright aclaró que “es uno de los temas que los usuarios más recalcan. Es el mismo creador de la petición el que genera las actualizaciones y mantiene a los firmantes informados sobre lo que pasa. La gente al estar enterada, lo primero que hace es compartir en Facebook, manda por mail a un amigo o conocido, y así se generan mayor cantidad de firmas. Es poco lo que como staff de Change.org hacemos para que las peticiones se transformen en logros o victorias. El protagonista verdaderamente es el creador y el usuario de la plataforma”.
El modelo
“El modelo de Change.org es muy innovador en términos del uso de la tecnología y de la plataforma para poder darle mucho volumen de apoyo y cantidad de firmas”, dijo Wright. “No hay nada más antiguo en la democracia que una petición. Es un derecho constitucional básico: el derecho de peticionar a las autoridades”, recalcó convencido el entrevistado sobre la dinámica de trabajo. “La diferencia entre Change.org y otras (modalidades) es que nosotros tomamos una herramienta propia de la democracia y la transformamos con la tecnología, en fácil utilización de los usuarios, que es lo que genera el efecto disruptivo”.
Recordando antiguos métodos de reclamo o queja, que en la mayoría de los casos, quedan archivados en un cajón burocrático, Wright expresó que “los funcionarios están muy protegidos a través de las formalidades, como es la presencia formal con DNI. Change.org lo que hace es actuar como un agente disruptivo. Rompe con esta linealidad de la relación entre un político y el ciudadano”, manifestó.
Consultado sobre los cambios en la forma de participación ciudadana a través de los canales habituales e institucionales, y cuáles fueron sus determinantes, Wright consideró que existen al menos dos factores.
El primero “es que la capacidad que tiene una persona hoy de interpelar a un funcionario de cualquier nivel a través de Change.org, rompe con los intermediarios”, personificados muchas veces en “las ong’s” como eslabón de la cadena entre “la relación del poder y los ciudadanos”.
Lo que advierte quien dirige Change.org en Argentina, es que los particulares “no necesitan de ong’s. Una mamá no necesita ir a una asociación para que la ayuden. Esto es inmediatez pura. Llama la atención a los que están del otro lado y tienen que tomar la decisión. Es mucho más fácil esconderse detrás de una organización que esconderse detrás de una mamá que pide una silla de ruedas para su hijo. Es muy difícil de manejar a través de los canales tradicionales que tienen las empresas o políticos para responder a este tipo de cuestiones”, analizó.
En una segunda instancia, aclaró que “ha cambiado la forma en que la política trabaja. En las forma de comunicar. El cambio en el mundo de Internet, que se llama audiencia o segmentación de audiencia, está llegando a la política y la política se está dando cuenta que responder a ese tipo de reclamos y tener una respuesta coherente, es una ganancia política por cualquier lado que se lo vea”.
El impulso de las “celebrities” y el rol de las ong’s
Aquel apoyo y respaldo unánime a determinados reclamos “lo vemos cuando una petición que por Twitter la toman personas muy conocidas (celebrities) que de un día para otro la suben y al otro día la petición tiene 20 mil o 30 mil firmas más sólo por eso”.
“La capacidad de ampliación que hoy tiene un ciudadano común para dar a conocer lo que esa persona quiere cambiar, está transformando la forma en que se da la participación ciudadana y yo lo veo en mi trabajo cotidiano con ong’s. Están yendo muy lento en esto y el ciudadano común ‘se las está llevando puestas”, explicó.
Es por eso que las estadísticas de la plataforma no dejan mentir y deben buscar un criterio para fundamentar lo que se mencionaba más arriba. Del 100% de las peticiones que se inician, sólo el 1% corresponden a grupos o asociaciones. ¿Ya no son necesarias? ¿No dan las repuestas tangibles que necesitan las personas ante una situación particular?
“Mi análisis dentro de las organizaciones sociales”, manifestó Wright, “es que no han hecho a tiempo a una transición de recursos humanos que sepan de nuevas formas de comunicación. Ha pasado que producto de las necesidades financieras, las organizaciones tienen mucha gente focalizada en programas, coordinadores muy especialistas en la temática, pero con poca inversión en generar que sea conocida con un público más amplio que el tradicional que apoya a determinados tipos de ong’s”.
“Ese cambio en la manera en que está participando el ciudadano común que les cuesta tanto a las ong’s captar o vincularse, es el que está liderando muchos cambios en la sociedad. No creo que estén perdiendo importancia. Creo que no se están dando cuenta que pueden tener mayor influencia aún, viendo más al ciudadano común como un aliado y no tanto como una persona que no es el experto. Creo que siguen siendo extremadamente importantes para influir en políticas públicas y de conocer muy bien la temática en la que trabajan, pero con tienen dificultades muy grandes a la ahora de sumar apoyos ciudadanos”.
Finalizó su idea diciendo que “creo que confunden al donante, del beneficiario de programa, con el ciudadano común que le puede dar un montón de apoyo aunque no sea” ninguno de los dos primeros.
Cantar victoria
“No somos nosotros los que declaramos la victoria sino el usuario. Si ‘sos un creador de petición y tenés una respuesta satisfactoria podés declarar la victoria y ahí tenés la posibilidad de enviar un mensaje a todos los firmantes’” explicando la noticia. “Es el mismo creador de la petición cuando es victoria pero no intervenimos en eso”, aclaró.
“Contarle a la gente que la firma valió: es el único momento que intervenimos de una manera. Después de cinco años los creadores saben cómo usar la plataforma y están permanentemente vinculados mandando actualizaciones, mensajes ya entienden cómo funciona, que es verdaderamente de muy simple uso. No hay más que firmar o crear”.
La sustentabilidad
En Argentina, Change.org “somos una asociación civil” aunque el sitio adquiere diversas formas jurídicas de acuerdo a los países donde existe que tienen a su vez, “diferentes formas de acuerdo a la legislación local”.
En Estados Unidos, por ejemplo, “somos una empresa B que tiene la forma de una empresa pero donde todos los recursos se reinvierten en la misma plataforma. En Argentina nos financiamos a través de donantes individuales que son los usuarios de la plataforma que donan mensualmente a Change.org la suma que ellos quieren y eso es el sustento que tenemos nosotros para poder seguir manteniendo la plataforma libre y gratuita en Argentina”.
“Estamos ciento por ciento cubiertos con donantes individuales”, dijo el representante de la asociación civil. “Es una plataforma altamente neutral frente a diferentes posiciones. Tenemos 2300 donantes que donan todos los meses”, que aportan un determinado monto de dinero porque creen fielmente en que “no asocian a ninguna causa en particular” a este sitio.
En la plataforma “puede convivir una petición a favor del aborto como en contra. Lo importante es que la gente pueda usarlo como canal de participación ciudadana dentro de las políticas de uso. No usar lenguaje agresivo, no difamar a una persona, no discriminar a ningún grupo”, son las cuestiones básicas de respeto tomadas en cuenta como fórmula para convivir pacíficamente. Hay posiciones encontradas pero si bien no hay moderaciones, se chequean todas las peticiones. Las que no cumplen los parámetros establecidos, son devueltas a sus autores para que en el lapso de 24 horas se ajuste a la normativa, de lo contrario, la misma queda desestimada. En Argentina en los cinco años se dieron de baja sólo 14 peticiones. “Es un número muy chico”, por lo que los términos de uso son ampliamente correspondidos. Eso no implica lo que existe en realidad. “Hay lenguaje duro. La gente denuncia temas graves, la cuestión es cómo se usa eso”, pero con una base de consenso y condiciones.
Change.org ha logrado en estos años intervenir la realidad social con lo que desde la entidad llaman “método disruptivo”, que busca provocar una ruptura en los modos en que eran concebidos los reclamos. El alto nivel de “victorias”, una casi por hora, da cuenta de la confianza que tienen quienes utilizan la plataforma y quienes acompañan los pedidos con una simple firma. Una forma distinta de incidir en los planes de quienes poseen el poder de gestión o son tomadores de decisión.
Para mayor información sobre la plataforma en Argentina y conocer las formas de colaborar, pueden ingresar al sitio www.change.org
(Por Soledad Bavio)