A seis años de la oleada migratoria: “no es que Venezuela se ha levantado sino que la gente ha buscado recuperar la sonrisa”

Fundación Arepa Viva en Argentina

A seis años de la oleada migratoria: “no es que Venezuela se ha levantado, sino que la gente ha buscado recuperar la sonrisa”

De León a José hay casi 5 mil kilómetros de distancia. Se trata de una nueva identidad para echar raíces y florecer. De largas caminatas, de pies agrietados y cansados. De estropeados que cruzan naciones. De llegar y producir con la misión del doble aporte.

Formó parte de la quinta oleada migratoria venezolana. Asentó cuerpo y alma en Misiones. Lo cobijó una Congregación pero decidió replicar la acción. Algo decía que su camino continuaba en Argentina, tal como lo había hecho en la república bolivariana de aconsejar, asesorar y de comprometerse con los suyos. Considera que tiene sus barcos quemados pero trabaja para que su hija construya sus propios puertos.

Fue profesor, editor y vaya a saber cuántas cosas más. José León Toro Mejías dio inicio a la Fundación Arepa Viva y recopila información en el portal migrantesnews. Llegó en marzo de 2018 y permanece con una lucidez que embriaga.

Un café y una arepa. La fórmula donde todo comenzó. La historia que se repetía. “Ocupados como estuvimos de ayudar a los otros estropeados, no tuvimos mucho tiempo de vernos en nuestro propio dolor”, aclara.

A Montecarlo

“Llegué con esa oleada migratoria en marzo de 2018 a Montecarlo. Allí me recibió una familia que conocí en Caracas. Después pasé a Posadas por un tema de regularización y por opciones laborales pero enamorado de la seguridad en principio que era una de las cosas fundamentales que se había perdido en Venezuela”, comenzó diciendo en diálogo con Mundos Ongs.

Ante la pregunta de cómo fue la llegada expresó que “he estado al paraguas de la Congregación de San Pedro que me ha facilitado un montón de cosas y también he trabajado con ellos. Introduje un proyecto para desarrollar la pastoral migrante. Duramos unos años. Eso derivó en la Fundación Arepa Viva”, que aún continúa pero reforzando la labor de insertar culturalmente a quienes arriban al norte argentino.

Con una leve sonrisa aclaró que “mi trabajo fue ayudar a los migrantes. Yo me fabriqué un trabajo con la compañía de la Congregación San Pedro y fue adecuar un espacio en Garupá que sirvió de refugio, contención y punto de acopio para donaciones para ayudar a las personas, lugar de terapia y atención. Eso trascendió a los migrantes”.

La migración venezolana: “había hermanos por todos lados”

Las imágenes llegaban a través de las cadenas de noticias y los portales informativos y daban cuenta de un éxodo que marcaría un inicio y un fin a partir de las largas caravanas de migrantes. Argentina sería uno de los destinos elegidos en 2018, pero no el único. “El problema de la migración venezolana es que estaba diseminada. Había hermanos por todos lados. Fue un año muy duro”.

En 2018 y 2019 especialmente se produjo la quinta o sexta oleada inmigratoria venezolana que fue motivo de nuestro trabajo en principio. La gente venía muy descompensada en todos los sentidos: espiritualmente, psicológicamente y materialmente”, y para ello desde la sociedad civil se organizaron acciones para cobijarlos.

Para no todos los venezolanos la experiencia fue igual. “Mucha gente se había preparado para migrar y tenía estructura. A otros les habían apagado la luz, tuvieron que agarrar lo que tenían y salir caminando. En principio (en Misiones) fue soportarlo como si esta fuera una pequeña Venezuela. Mi esposa preparaba el café y una arepa. Al otro día compartíamos el mate. Trabajamos en la introducción a la cultura argentina. Como se veía, cómo se pronunciaba, cómo se decía tal o cual cosa, cómo se interpretaban algunas actitudes. Esta gente venía absolutamente estropeada. Nosotros llegamos igual de estropeados. Pero ocupados como estuvimos de ayudar a los otros estropeados no tuvimos mucho tiempo de vernos en nuestro propio dolor si no que lo reflejamos en el dolor de los demás. Y de esta manera atendimos a 1500 o 2000 personas en el refugio. Después cerramos por temas económicos pero nuestro alcance no era solo refugio. Asesoramos en rutas migratorias. Teníamos una red de trabajo en toda América Latina”, recordó.

José confirmó en base a su experiencia que “después de la pandemia cayó el tránsito de migrantes y ahora nuestros esfuerzos (aunque también atendemos a personas en condición de vulnerabilidad venezolana y de 33 nacionalidades más), están destinados a trabajar la interculturalidad. Misiones se identifica como crisol de razas. Un concepto de migraciones bajo el paradigma de migraciones fundadoras pero no en las pendulares ni recientes que también están haciendo los aportes a la identidad misionera”.

El 93% de migrantes, regularizados en Argentina

Según datos del Anuario Estadístico Migratorio de la Argentina 2023 indica que la población migrante en el país representa el 4,2% de la población total de la Argentina y se concentra principalmente en la provincia de Buenos Aires y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que en conjunto suman 73%.

En la Encuesta Nacional Migrante de Argentina (ENMA 2023) se observa que el porcentaje de migrantes con Documento Nacional de Identidad (DNI) argentino es elevado (93%) e incluso superior al registrado en 2020. En relación a esto, José mencionó que “eso no pasa en todos los países de la región. La Legislación permite aproximarse a la regularidad con mayor facilidad”. Y agregó que “Argentina si la comparamos con países de la región tenemos más personas que han llegado que las que han salido”.

En América Latina “no hay propuestas de ciudadanía ampliada y cada país tiene sus propias limitaciones y virtudes” con lo cual “es más la movilidad de capitales que de personas. Hay algunos países que no tienen convenio de migración con Argentina y las personas sufren mucho”.

Más allá de esto, José dijo que “hay miradas difíciles de trabajar, de digerir, pero yo siento que estamos en el mejor país. La contención que tienen los migrantes no es tanto de los aparatos institucionales, me atrevería a decir que es la gente común y de a pie que apoya y acompaña. No hubiera hecho nada en Argentina sin la gente misionera que ha venido a aportar a los sueños que tenemos acá”.

Aunque nunca pensó en migrar, el proyecto del traslado tardó años. En 2009 hubo una señal de alarma. En 2015 recibió una noticia que le cambiaría la vida, que hoy se llama Brianna y tiene 8 años. Pero el viaje se concretó el doble de años después. “Empecé a pensar que Venezuela es como Argentina. Se ven muy homólogas en relación a la educación, las instituciones. Los sistemas que respondieron eran muy parecidos, hasta que dejaron de serlo”, y la esperanza que latía fuerte: “voy a conseguir un poco de Venezuela allá”.

Si Venezuela no revive, lo que haga su gente

Venezuela ahora, “es diferente a la del 2008. Conozco los relatos de la gente de Venezuela que me dice ‘si yo me voy, ¿tu me puedes ayudar’? Hay una situación muy crítica. Hay un grupo reducido que vive bien. Hay otro grupo que ‘estiradamente’ vive. Y otro que está sufriendo muchísimo. No pueden darse una salida, no pueden actualizar sus útiles escolares. Una vida que se rompió absolutamente y ahora hay otra vida”, aseguró con dolor este profesor que guiaba a sus alumnos sobre hacia donde partir y dejó a toda su familia allá.

Hay un proceso de adaptación en los últimos 20 años. La gente procura recuperar la felicidad en reuniones para compartir con los que tiene. No es que Venezuela se ha levantado sino que la gente ha buscado recuperar la sonrisa, la tranquilidad. En las crisis la gente saca lo mejor pero lo peor también. Cuando sacamos lo peor es cuando se pierde la confianza, la solidaridad, se pierden muchas cosas que son necesarias para la convivencia. Se vive en zozobra. Especialmente pasa en Venezuela y la gente tiene una lucha constante y desesperada por sobrevivir. La gran mayoría no la pasa bien”, lanzó.

Hizo un repaso por ambos países. “En la medida en que no tengas el control de tu mañana te conviertes en un esclavo de la zozobra. Controlar mi vida, los objetivos para trazar, pero no estoy seguro porque mis posibilidades materiales me lo impiden. Esa situación tortura mucho”.

Poco más de 200 mil migrantes” han llegado a nuestro país. “Los argentinos nos han abrazado muchísimo. Yo creo en el pueblo argentino. Anda y pone tus raíces donde llegues. Florece en la tierra que llegues”, sigue siendo su lema.

La cuota de vida que pagan las migraciones

Están llegando personas de Cuba que tienen las mismas necesidades que Venezuela, Haití y Nicaragua que tratan de ir más al norte pero también hay acá. En el caso de América Latina, la gente de la migración forzada necesita asistencia y contención, no necesita que el Estado le provea todo. Primero son sujetos activos. Requieren un lugar para dormir y comida. Necesitan trabajo, reconocimiento de la formación académica para poder insertarse en el campo laboral”.

Recordó que “pensamos en otras migraciones forzadas que vienen en una situación ingrata: sudaneses, argelinos, africanos, marroquíes, sirios. Son migraciones sufridas y dolidas. En los trayectos migratorios, un porcentaje se queda en el camino. Pierden la vida. Es la cuota de vida que pagan las migraciones ya sea en el mar Mediterráneo, en América del Sur o en el sudeste asiático. Un migrante no se queda con nada de lo que produce. Entre el 45 y el 60 % de los ingresos van al país de origen. Es el doble aporte: al país de destino y al de origen. En el caso de Nicaragua, superan el 75%. Las mujeres son las que mas mandan” provisiones y dinero a sus familias. El Censo Argentino 2022 revela una leve feminización de la migración dado que ha alcanzado el 54,9% de mujeres por sobre el 51,6% de varones.

Migraciones latinas, en un libro que se presentará en octubre

José se dedicó a estudiar y concentrar todos sus esfuerzos en narrar las migraciones a través de cinco capítulos llamado Migración en América Latina. Retos, Oportunidades y Testimonios “para explorar la historia y diversidad de Sudamérica, donde los movimientos migratorios han dejado una marca indeleble”.

Con el libro me vi en la necesidad de ilustrarme un poco sobre migraciones. No lo estaba buscando, si bien soy muy curioso, me gusta estudiar mucho sobre derechos humanos y migración, pero antes era un educador”.

Del trabajo con el grupo de psicólogas de la Fundación, comenzó a mirar más “en referencia a lo que hace a la psique del migrante. La migración en el mundo sufre de los mismos males. Es una tortura. Es un derecho humano. Argentina tiene mucha tradición de acogida pero no de refugio. Quería que la gente se sensibilice”, aclaró. Y reiteró que “la historia de la sociedad ha sido de migración y el futuro de la sociedad es la migración. Va a ser más fuerte que la misma historia”.

Empezar de cero muchas veces”

El entrevistado aclara que los migrantes deben volver a empezar, continuar y seguir. En su caso, “cada vez que hago algo lo hago por ella, por Brianna. Mis barcos están quemados pero mi hija necesita construir sus puertos. Brianna nació en Venezuela. No logramos que nos dieran un documento y está en protocolo de refugio desde el año 2018. No tiene documento venezolano ni argentino. Es una situación extremadamente dura pero no hemos parado de lucharla. Ella clasifica como apátrida” y conforma el total de 6800 niños que entre 2018 y 2019 no tuvieron documento de identidad.

Si bien a lo largo de los gobiernos existieron disposiciones que acercaron a estos niños y niñas a ser sujetos de derecho, la situación aún sigue siendo angustiante. Sin embargo, “ella tiene sus amigos, su escuela, profesores, vive su paraíso infantil. No tiene que enterarse. Ama sus banderas. Y comparte su relato con simbología argentina. Ella está bien. Tiene su identidad bien puesta. Pero nos desafió para trabajar para solucionar este tema”.

Sobre el cierre expresó que “el tema de la ideología es un tema muy serio porque termina separando gente. Prefiero mirar a las personas no a las ideologías. Nos falta sentarnos y mirarnos de frente y conversar. Cuando vos entiendas mis motivos, cuando te reconozca con derechos y dignidad. Si eres un número, un abstracto, si eres una nota de prensa que me construye un estereotipo, que me etiqueta, eso nos aleja más de ser una sociedad justa”, reflexionó.

Toro Mejías habló de echar raíces, de florecer y resurgir. De migrar como derecho humano. De lo tortuoso. Y de la cuota de vida que significa el andar. Y de identidades. “Es tanto así que en Venezuela me dicen León y acá me dicen José. A mi no me gustó. Siempre preferí ser León. La gente te llama por el primer nombre”. Por eso, ahora, de León a José ya no hay distancia.

Texto: Soledad Bavio / Fotos: Gentileza José León Toro Mejías